El día a día en la vida de una madre teletrabajadora confinada con niños.
Me preguntan mis hijos de 7 y 5 años que qué quiero este año para el Día de la madre. Estamos confinados y no podrán salir con papá a comprar el regalo, como cada primer domingo de mayo de cada año de sus cortas vidas.
Que me dejen sola y se las apañen durante todo el día sin mí. Esa ha ido mi respuesta. Sí, lo que escucháis, que por un día en estos últimos 50 días, se vayan los tres a la calle esa hora que tienen de permiso y me dejen respirar. Así de seco suena, así de triste. Y que el resto del día digan “mamaaaaaaaaaaa” las menos veces posible.
Pero las madres trabajadoras que me estén leyendo y que hoy celebran su día conmigo, lo entenderán.
En un momento en que todos estamos intranquilos por la salud, pero también por la crisis que se nos viene encima. Concentrados en mantener nuestro puesto de trabajo e inquietos por la recuperación mundial global, las madres, además, nos tenemos que preocupar de ser buenas madres, buenas maestras, buenas cocineras, buenas entrenadoras, buenas animadoras socioculturales y buenas amigas de nuestros hijos. Y eso, perdonad que os diga, es agotador.
Me reúno todos los días con mis compañeros por teleconferencia y la mitad de los días mis conversaciones son a medias entre ellos y mis hijos, que a menos de los dos metros de distancia que recomiendan las autoridades, me preguntan por la respuesta del problema de matemáticas que tienen en el cuaderno. Mi mañana transcurre entre el ejercicio del periodismo y el aprendizaje de las partes del cuerpo. Mis tardes no son mucho mejores, ¿cómo mantener activos, en forma, a dos niños en un salón de 15 metros cuadrados sin que nadie se lastime en el intento?
El resto del día pasa entre baños, peleas, no me gusta esto, dónde está tal o cual. E intentando concentrarme en sacar de mí lo mejor para que el teletrabajo siga siendo efectivo.
No puedo quejarme, es el tiempo que nos ha tocado, pero sí que cuando todo esto pase, podré disfrutar del teletrabajo con los niños en el cole y la cocina recogida. Pero, sobre todo, echaré de menos a estos dos monstruitos que, a pesar de todo, son la alegría de mi vida. ¿Mi consejo para ser madre trabajadora en pleno confinamiento de Covid-19? Paciencia y más paciencia.
Así que madres trabajadoras del mundo, no estamos solas, ánimo que ya nos va quedando menos.
