En estos días pre navideños, suele ser oportuno echarle un vistazo a ciertos hábitos y tendencias muy al hilo de la vorágine de compras de todos los años. En esta ocasión, vamos a poner el foco en el Comercio Electrónico. Vamos a ver por dónde van los tiros.
Los datos cantan: el comercio electrónico movió el año pasado en España algo más de 12.000 millones de euros, un incremento del 13% respecto a 2011 y un total de 15,2 millones de personas comprando en la Red. Una cifra nada desdeñable, pero aún así muy por debajo de la media europea. Si aquí el número de españoles que compra por Internet es del 43%, nuestros vecinos de la UE llegan a suponer el 60%, con Reino Unido (82%), Dinamarca (79%) y Suecia (79%) en el podio.
En cuanto a los productos que más se venden en la red son, por este orden, los viajes, la ropa, los artículos de deporte, los libros y revistas y material electrónico. Los que menos, por su parte, los alimentos frescos.
Es curioso: hemos comprendido y minimizado el riesgo de reservar on line un par de noches en una cabaña en mitad de un paraíso rural donde pasar el fin de año aislados del mundanal ruido, y todavía nos da cosa comprar una buena cesta de productos ecológicos de la huerta de… ¡ese mismo entorno rural! Nos sigue gustando tocar, ver y oler lo que nos vamos a comer y, por ello, el volumen de alimentos frescos que compramos electrónicamente es aún muy bajo. Tiempo al tiempo: también comemos pizzas y comida china y desde hace años las encargamos por teléfono sin ningún pudor.
Hay una coincidencia generalizada al admitir que la resistencia que comparativamente ofrecemos los consumidores españoles a comprar en la Red viene motivada por dos factores principalmente: somos gente de calle y desconfiamos todavía de la seguridad de los sistemas a la hora de dar nuestras datos bancarios y, sobre todo, los de carácter personal.
Pero ¿sólo por eso? ¿Es sólo una resistencia desde el punto de vista de la demanda? ¿No tendrá algo que ver también la (escasa) predisposición de la empresa española a vender en Internet?
El Barómetro Digital 2013, afirma que la deficiencia de la oferta digital de nuestras empresas hace que muchos consumidores españoles acaben comprando en comercios virtuales extranjeros aquellos productos y servicios que bien podrían adquirirse a proveedores nacionales. Ni que decir tiene que las empresas de aquí son invisibles para los consumidores de allí.
Un último dato: no llega al 1% el número de firmas españolas preparadas para comerciar en la Red. Cuando decimos preparadas, queremos decir con una presentación adecuada de su catálogo (cuánto mal ha hecho el formato pdf), en una web responsiva (es decir, adaptada al móvil, tablet y demás dispositivos) y bien promocionada a través de una buena gestión de sus perfiles en redes sociales (cuando los tienen…)
Más grave todavía resulta el hecho de que aún son muchas las empresas que, renunciando a las posibilidades y el enorme potencial que tiene el comercio electrónico, también caen en el error de pensar que pueden vivir al margen del poder de influencia de la Red. Son esos empresarios que tienen una página web a modo de escaparate, sólo porque “hay que tenerla”, pero que no hacen nada, no ya para vender directamente a través de ella, sino para que esa web les lleve clientes a sus tiendas físicas o generar una buena reputación on line, a través de una buena gestión de esta importante herramienta de comunicación corporativa. No nos cansaremos de repetirlo una y otra vez: van a hablar de ti, aunque tú no quieras y aunque tú no lo sepas, así que mejor que lo hagan bien, ¿no?
Entendemos los miedos y, repetimos, sabemos que es cuestión de tiempo. Sin embargo, estamos convencidos de que cuesta muy poco ir haciendo esos pequeños cambios que pueden aportar grandes satisfacciones. Ya hemos destacado algunas, pero hay muchas otras como. Eso sí, todas deben pasar por ofrecer contenidos de valor, información útil y personalizada y ese último plus que aporta la experiencia y la emoción.
No cabe la menor duda de que vamos a seguir comprando en el mundo real, por supuesto que sí, pero si no queremos vender en el virtual, al menos dejemos de verlo como una amenaza y hagamos de éste nuestro aliado.