Una de las fases más creativas y divertidas en la creación de una empresa o de un producto es decidir la imagen, la cara, con la que se mostrará al mundo. Al menos, en Descubre disfrutamos cómo nunca dándole forma a nuestro logotipo. Desde un principio, teníamos claro lo que queríamos que dijera porque teníamos claro cuál es nuestro modelo de negocio y nuestro público objetivo. (Si no lo sabes, no sigas leyendo). También sabíamos que desde el logo, ese resumen visual de nuestro proyecto, construiríamos el resto de contenidos visuales: diseño web, portfolio, material de oficina… Pero a pesar de que somos profesionales de la comunicación y no es el primer logo que diseñamos, darle forma a tus ideas (y no a las de un tercero) no resulta tan fácil como pudiera parecer. Terminado (creemos que con éxito) el proceso, nos quedamos con seis conclusiones que con toda seguridad volveremos a aplicar cuando nos enfrentemos a la creación de la imagen de nuestros clientes.
1. Define tu idea
Es lo primero y fundamental. Saber qué es lo que quieres. En nuestro caso, teníamos claro que no queríamos un logo súpermoderno. Lógicamente, buscábamos un acabado totalmente profesional, pero fuera de las tendencias de otras empresas de comunicación donde la apuesta por el diseño ha olvidado el alma de las cosas. Debía ser una ilustración. Queríamos algo sencillo, cercano y alegre. Sobre todo, alegre. Y también pretendíamos aprovechar el nombre de la empresa y jugar con el concepto de descubrir, que creemos que es la base de nuestro proyecto en el mundo rural. Ahora había que darle forma.
2. Trabaja con profesionales
Pudiera parecer una obviedad, pero no hay que parar de repetirlo. Alguien con una cámara de fotos no es un fotógrafo al igual que alguien que se apaña con Ilustrator no es un diseñador gráfico. Y los resultados lo demuestran. Así que busca siempre un profesional y, además, un profesional cuyo trabajo coincida con la definición de la idea que has trabajado previamente. Nosotros encontramos a Alina Cazesova, cuyos dibujos en educación ambiental, desarrollo sostenible y mundo rural estaban en la línea de lo que queríamos. Acertamos plenamente porque la sintonía fue total desde el primer momento y de hecho seguimos trabajando juntos.
3. Pide más de un boceto
Nosotros trabajamos con tres y creemos que es la cifra mínima. Pero no sólo eso. Si no te gusta ninguno, hay que volver a empezar. De los bocetos que nos presentó Alina nos gustó, sobre todo, la idea de una D que se abre al mundo porque coincidía totalmente con la misión de la empresa, pero no nos convenció ni el desarrollo gráfico ni tipográfico de este boceto. Por el contrario, otro de los primeros trabajos presentados sí tenía un fondo que nos convencía. Y, además, teníamos que simplificarlo todo. Así llegamos a un logo final que sumaba cosas de los tres primeros dibujos presentados.
4. Contrasta tus ideas
Durante un par de semanas, cada reunión familiar, salida con amigos o encuentro de trabajo fue una oportunidad para enseñar el logo y comprobar que conseguía el efecto que buscábamos. Fuimos algo pesados, es verdad, pero pudimos testar nuestra idea y saber que funcionaba. Acepta las críticas y las sugerencias y piensa si mejoran o no lo que tienes entre manos. Al final, decides tú y te debes dejar llevar por tu criterio, pero si la mayoría te dice que no entiende el concepto, cámbialo. De nada sirve que sólo tú entiendas lo que pretendes. Nuestro test final fue una presentación en twitter, que se saldó con muchos elogios y algunos consejos. Javier Padilla, CEO de Moodyo, nos insistió (y con razón) en el siguiente punto.
5. No sólo tiene que ser bonito. Tiene que ser útil
Ya lo tenemos pero nos debe funcionar igual de bien en muchos formatos on y off line: en la web, en material de oficina, en los perfiles en redes sociales… Y debe ser fácil de trabajar. Aquí, nuevamente, es donde trabajar con profesionales marca la diferencia. Probamos el logo de Descubre en varias tintas, desarrollamos aplicaciones –desde las tarjetas de visita hasta la cabecera de los folios- y terminado este trabajo hicimos algunos pequeños retoques sobre la idea principal. Debes tener claro que de nada sirve tener un logo muy chulo que luego no podrás utilizar en el perfil de Twitter porque no tiene una versión cuadrada. Esto sirve para todo aquello que necesites.
6. No vale con que te guste, te tiene que enamorar
Ésta es la principal conclusión. El logotipo es tu cara, tu imagen, lo primero que le dices al mundo, así que no te quedes tranquilo hasta que sea exactamente lo que quieres. Si no te gusta, no vale. Así de claro. Te tienes que sentir cómodo con él. Decir lo que quieres decir. Ser lo que quieres ser. Debe enamorarte. A ti y a los demás.
¿Tienes que diseñar el logo de tu empresa? ¿Te resultan útiles estas pautas? Esperamos tus comentarios.